Desde que comenzó 2025, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha mostrado una tendencia decreciente en Argentina, lo que ha generado tanto alivio como inquietud en el gobierno. La inflación de mayo fue del 1,5%, marcando la cifra más baja en los últimos cinco años. Sin embargo, esta baja también ha suscitado preocupaciones sobre una posible deflación que podría complicar aún más la situación económica del país. La caída sostenida de los precios, evidenciada por un descenso del 0,3% en el nivel mayorista, ha abierto un debate sobre sus consecuencias.
La deflación y sus posibles consecuencias
La deflación no se limita a una mera ausencia de inflación; puede ocasionar una caída del consumo y un incremento en el endeudamiento. Si los consumidores esperan que los precios sigan disminuyendo, se verían desalentados a realizar compras significativas, lo que podría llevar a un cierre de fábricas y despidos masivos. Este fenómeno podría generar un escenario donde el consumo se detiene, provocando un sobreabastecimiento en el mercado y afectando severamente a la economía.
Una de las principales preocupaciones es el impacto sobre las deudas. Con deflación, el valor real de lo que se debe crece, mientras que los ingresos se reducen. Esto pone presión sobre los salarios y podría complicar las paritarias, afectando tanto al sector privado como a las finanzas del estado.
Opiniones en el gobierno
El presidente Javier Milei ha expresado su preocupación respecto a esta situación. En una declaración reciente, afirmó que el país había estado en deflación durante meses, lo que refleja tanto su control sobre los precios como la necesidad de manejar esta tendencia con cuidado. Milei también indicó que "la inflación tiene fecha de defunción a mitad del año que viene", pero este optimismo está matizado por su cautela ante un posible retorno de la deflación.
El ministro de Economía, Luis Caputo, subrayó que se están evaluando estrategias para evitar que una baja sostenida de precios se convierta en un problema grave. Pese a que el IPC general se mantiene positivo, las caídas en ciertos sectores han llevado al gobierno a adoptar posturas cautelosas, considerando un crecimiento proyectado del 6% anual.
Lecciones del pasado: el ejemplo japonés
Un caso histórico relevante es el de Japón durante la década perdida, marcada por deflación y estancamiento económico. Desde 1998, el IPC comenzó a registrar caídas, con tasas de deflación que oscilaban entre -0,5% y -2% anuales. La falta de acción por parte del Banco de Japón exacerbó la contracción del crédito, llevando a un consumo prácticamente estancado.
Este periodo mostró que la expectativa de precios en descenso desincentivó el consumo y la inversión, afectando la economía en general. Las lecciones aprendidas de Japón resaltan la importancia de gestionar la deflación con precisión, especialmente en un contexto de fragilidad económica.
Estas consideraciones ponen de manifiesto la preocupación del gobierno argentino sobre cómo manejar la actual baja de precios, evitando que un fenómeno potencialmente benéfico se convierta en un riesgo financiero y económico significativo.