En el contexto del creciente ecosistema emprendedor, se destaca que el 78% de las startups que logran un product-market fit fracasan al intentar escalar. Este fenómeno, sostenido por un informe de McKinsey & Company, subraya que muchos problemas de gestión humana y conflictos organizacionales emergen como obstáculos cruciales para mantener el éxito en estas empresas en expansión.
Cuando la intuición ya no alcanza
Los primeros meses de vida de una startup suelen estar marcados por la improvisación, donde las decisiones se toman de manera informal y la cultura se desarrolla orgánicamente. Sin embargo, este caos creativo puede transformarse en un riesgo existencial. Identificar el momento en que esa improvisación se vuelve insostenible es vital para evitar que el crecimiento ocasione un colapso.
Las primeras señales de problemas incluyen la insatisfacción con el desarrollo y la falta de motivación. Cuando emergen conflictos de prioridades y se solapan funciones sin una clara delimitación de roles, el efecto puede ser desastrozo para la salud organizacional.
El dilema de los fundadores: soltar o frenar el crecimiento
La resistencia al cambio por parte de los fundadores emerge como un factor crítico. Un 65% de los inversores atribuyen el fracaso en el escalamiento a líderes que no delegan a tiempo. Muchos fundadores, que inicialmente impulsaron el crecimiento, pueden aferrarse a un estilo de gestión centralizado que ya no es viable.
La tensión entre los fundadores y los nuevos ejecutivos con experiencia corporativa puede profundizarse cuando los primeros sienten que su autoridad se difumina. En este contexto, es esencial diseñar procesos que preserven la agilidad de la startup pero que al mismo tiempo permitan un crecimiento estructurado.
Cómo preservar el ADN startup al profesionalizar
La inclusión de ejecutivos con experiencia corporativa representa un punto de inflexión crucial en el desarrollo de una startup. Este proceso debe ser gestionado con atención para prevenir tensiones culturales. Combinando los perfiles profesionales con el espíritu de flexibilidad de las pymes, se busca crear un equilibrio que fomente tanto la adaptabilidad como la creatividad.
El papel del fundador se convierte en determinante durante estas incorporaciones. La habilidad para separar su identidad personal de la de la empresa es vital y requiere madurez y objetividad. Un desafío común radica en que, a pesar de los intentos de delegar, los fundadores a menudo continúan centralizando las decisiones.
El área de Capital Humano juega un rol crucial en este proceso, ya que el diseño de programas de onboarding estratégico puede impactar significativamente en la integración de nuevos talentos. Las nuevas incorporaciones deben entender no solo las operaciones, sino también el propósito de la empresa y cómo contribuir a su cultura.
Las startups que logran escalar exitosamente son aquellas que comprenden que la gestión humana no es un gasto, sino un habilitador estratégico que potencia tanto la eficiencia como la innovación. La capacidad de construir organizaciones que sepan delegar sin perder coherencia es esencial para transformar los desafíos del crecimiento en oportunidades de reinvención.