La rivalidad entre Israel e Irán se ha intensificado en los últimos años, convirtiéndose en una de las principales fuentes de inestabilidad en Medio Oriente. Este conflicto, que ha dejado un importante saldo de muertes y tensiones geopolíticas, alcanza nuevos niveles con ataques directos entre ambos países. La situación actual refleja un pulso en el que ambos actores han aumentado sus hostilidades, llevando la confrontación a un nuevo umbral.
El origen de la rivalidad
La enemistad histórica entre Israel e Irán data desde la Revolución Islámica de 1979. A pesar de haber sido aliados en el pasado, la toma del poder por los ayatolás modificó drásticamente las relaciones. En aquel momento, Irán, bajo el régimen del sha, fue uno de los primeros países en reconocer a Israel. Sin embargo, el nuevo régimen se abocó a sostener una oposición frontal hacia el Estado hebreo, acuñando el término "pequeño Satán" para referirse a Israel.
Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 1.200 muertos y desencadenó la guerra en Gaza, Israel ha intensificado sus operaciones militares contra grupos proiraníes en la región. Este avance ha traído consigo un aumento notable en los ataques mutuos, marcando un cambio significativo en la dinámica del conflicto.
Impacto y evolución del conflicto
La rivalidad ha llevado a una serie de operaciones encubiertas donde ambos países han atacado intereses del otro sin asumir públicamente la responsabilidad. A lo largo de las últimas décadas, se han producido múltiples incidentes, incluido el ataque a la embajada israelí en Buenos Aires en 1992, que dejó 29 muertos.
La percepción de Irán como una amenaza existencial ha crecido en Israel, que busca frenar el programa nuclear iraní. Expertos en seguridad han señalado que Israel lleva años desarrollando estrategias para neutralizar la amenaza nuclear, incluyendo el uso de virus informáticos como Stuxnet en el pasado, diseñado para dañar instalaciones nucleares iraníes.
La dinámica regional y la implicación de potencias
El conflicto no solo se limita a las acciones entre Israel e Irán, sino que involucra a otros actores regionales. Irán ha establecido alianzas con grupos en Líbano, Gaza, Irak, Yemen y Siria, formando un "eje de resistencia". Las hostilidades en estos frentes han debilitado a algunas de estas facciones, llevando a un aumento de las acciones israelíes en la región.
La guerra civil en Siria ha sido un factor de confrontación adicional, con información que indica que Irán ha estado apoyando al gobierno de Bashar al Assad. Este apoyo ha generado alarmas en Israel, que teme que armamento y recursos iraníes fortalezcan a grupos como Hezbolá.
A medida que las tensiones continúan en la región, se espera que la rivalidad entre ambos países siga evolucionando, con implicaciones no solo para Medio Oriente, sino también para las políticas globales en torno al conflicto.