Fue un grupo de madres de Salta quienes denunciaron la existencia de una red de explotación sexual de menores en las cercanías de un colegio secundario. Según las preocupaciones de las mujeres, la organización captaba a adolescentes a la salida del establecimiento educativo. Tras las denuncias, las autoridades realizaron operativos que resultaron en la detención de cuatro hombres, así como el secuestro de varios elementos vinculados a la actividad delictiva, incluyendo computadoras, celulares, marihuana, discos duros, lencería erótica y un vehículo. Aunque actualmente se identificaron tres víctimas, no se descarta que haya más.
Estructura de la red y modus operandi
Las investigaciones revelaron que un remisero de 63 años era el principal encargado de capturar y trasladar a las adolescentes a hoteles donde otros hombres pagaban por encuentros íntimos. A las menores se les ofrecían alcohol y drogas antes de los abusos, lo que las ponía en una situación de alta vulnerabilidad.
Proceso judicial y acusaciones
El juez federal de Garantías N°1 de Salta, Julio Bavio, aceptó el requerimiento del fiscal general Eduardo Villalba y formalizó la apertura de una investigación penal por el delito de trata de personas. Los cuatro detenidos están acusados de ser coautores del delito, específicamente por captación, promoción, facilitación y explotación sexual, con agravantes por vulnerabilidad y minoridad. Todos ellos enfrentan prisión preventiva. Además, se investiga a un adolescente de 16 años en carácter de partícipe secundario.
Declaraciones del fiscal
El fiscal Villalba destacó que el remisero desempeñaba un papel crucial en la organización, facilitando la captación de las jóvenes y coordinando los encuentros de explotación sexual. Estos encuentros, principalmente, se realizaban en hoteles ubicados sobre la ruta 26 o en la casa de uno de los explotadores. Durante la audiencia, Villalba señaló que hubo denuncias previas que no fueron atendidas adecuadamente por los organismos estatales, lo que permitió que la organización continuara operando y causando daños irreversibles en menores de edad.
Impacto en las víctimas
Algunas de las víctimas consideraban al remisero como alguien que les facilitaba la adquisición de bienes, como celulares y ropa, mientras que otras le temían debido a las amenazas de revelar sus actividades a sus padres. El remisero utilizaba un código en los mensajes para coordinar los encuentros, fraseando como "vamos a hacer la onda".
Además, en su domicilio se encontraron juguetes sexuales y lencería, así como elementos vinculados al abuso, por lo que el fiscal también lo imputó por abuso sexual en perjuicio de una menor de 12 años, hermana de una de las víctimas.