El ajo (Allium sativum), ingrediente de la gastronomía mundial y conocido por sus propiedades terapéuticas, ha demostrado ser un aliado en el ámbito del bienestar. Su consumo, especialmente en estado crudo, ofrece una variedad de beneficios para la salud, respaldados por diversas investigaciones científicas.
Efectos del ajo crudo en el organismo
El ajo posee una notable composición nutricional que se destaca al ser ingerido crudo y recién picado. Este alimento no solo estimula el sistema inmunitario, sino que también mejora la función cardiovascular. Ingerido de esta manera, actúa como un regulador inmunológico, antimicrobiano y antiinflamatorio.
Estudios han evidenciado que los compuestos sulfurados en el ajo ayudan a regular mecanismos celulares fundamentales para la defensa del cuerpo, controlando infecciones y reduciendo el estrés oxidativo. Además, se ha asociado su consumo con la disminución de la tensión arterial y la reducción del colesterol LDL, según un metaanálisis en la revista Nutrients que abarcó más de 1,500 sujetos.
Propiedades de la alicina
La alicina, un componente clave en el ajo picado, se genera al machacar o masticar el bulbo. Esta sustancia no está presente en el ajo entero, lo que la convierte en un elemento crucial para aprovechar sus beneficios terapéuticos. La alicina se ha mostrado efectiva en diversas áreas:
- Antibacterianas: Activa contra bacterias gram positivas y negativas.
- Antivirales: Eficaz contra virus respiratorios.
- Antifúngicas: Útil en infecciones por hongos.
- Antiinflamatorias: Bloquea procesos inflamatorios crónicos.
- Cardioprotectoras: Previene la agregación plaquetaria.
Es importante destacar que la alicina es sensible a las altas temperaturas, lo que implica que cocinar el ajo disminuye su efectividad.
Consumo adecuado del ajo
Para maximizar los beneficios del ajo en estado crudo, se recomienda:
- Desmenuzar, cortar o aplastar el bulbo fresco.
- Dejarlo reposar entre 5 y 10 minutos antes de consumir.
- Ingerirlo en fórmulas frías como ensaladas o hummus.
- Evitar temperaturas elevadas para preservar sus propiedades.
La porción adecuada de ajo crudo oscila entre uno y dos dientes al día, equivalente a tres a seis gramos, promoviendo así la salud cardiovascular y el fortalecimiento de defensas.
Precauciones en el consumo
Aunque el ajo crudo es seguro para la mayoría, puede causar molestias digestivas en personas con afecciones como úlceras o gastritis. Además, aquellos que toman anticoagulantes deben tener precaución debido a la capacidad del ajo de intensificar su efecto.
Para evitar irritaciones digestivas, se puede optar por el ajo negro, que conserva muchas propiedades beneficiosas sin causar malestar. También están disponibles suplementos que contienen alicina activa, aunque su efectividad puede variar según la calidad del producto.