El uso de palabras como “gracias” o “por favor” es común en la interacción cotidiana, destacando el respeto y la educación. Sin embargo, cuando se trata de comunicarse con sistemas de inteligencia artificial (IA), expertos advierten sobre las posibles inconveniencias derivadas de estas costumbres, que pueden tener un impacto considerable en el consumo de recursos y en el medioambiente.
El costo de la cortesía en las interacciones con IA
La inteligencia artificial demanda un enorme procesamiento de datos en cada consulta. Según Sam Altman, CEO de OpenAI, cada conversación con ChatGPT implica dividir el texto en tokens, unidades lingüísticas que hacen que cada palabra adicional contribuya al incremento del tiempo de cálculo y el uso de procesamiento gráfico (GPU). Esto genera un aumento en el consumo energético y en la carga de los servidores, representando un gasto real para las empresas que operan estas tecnologías.
Aunque Altman comentó en redes sobre los “millones de dólares bien gastados” en cortesía, en la práctica, esta situación plantea un claro impacto a gran escala. Aunque una sola consulta pueda parecer insignificante en términos de consumo eléctrico, la suma de millones de usuarios diarios genera una carga considerable.
Consumo de energía y recursos
Datos de Tom’s Hardware revelan que cada interacción promedio con ChatGPT consume aproximadamente 0,3 Wh de energía. Este número, aunque ha disminuido desde estimaciones anteriores, sigue siendo significativo considerando el volumen de consultas diarias. La Agencia Internacional de la Energía prevé que para 2030, el consumo eléctrico de los centros de datos podría llegar a casi 945 TWh, casi el doble del actual.
Además del uso de electricidad, los servidores requieren una gran cantidad de agua para mantener las temperaturas adecuadas. Investigadores de la Universidad de California estiman que incluso una respuesta breve de dos a tres palabras puede necesitar entre 40 y 50 mililitros de agua en el proceso de enfriamiento.
Cortesía y rendimientos de respuesta
Investigaciones de la Universidad de Cornell han mostrado que la forma en que los usuarios estructuran sus preguntas influye en la calidad de las respuestas. Usar un lenguaje respetuoso tiende a producir respuestas más satisfactorias, mientras que un enfoque descortés puede afectar negativamente los resultados. Sin embargo, la efectividad de la cortesía puede variar según el idioma y el contexto cultural, lo que añade complejidad al debate sobre la conveniencia de mantener estas normas en interacciones con inteligencia artificial.