En Argentina, el fenómeno de la jubilación está sufriendo transformaciones significativas que revelan una realidad compleja. A pesar de alcanzar la edad de retiro, un 17,1% de los adultos mayores opta por seguir trabajando, especialmente aquellos entre 60 y 74 años. Este comportamiento, cada vez más habitual, es impulsado por factores económicos, desigualdades de género y un deseo generalizado de mantenerse activos en la sociedad.
Desigualdades y Cobertura Previsional
Las cifras provenientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ponen de manifiesto una realidad desigual. De acuerdo con los datos, uno de cada diez adultos mayores no cuenta con cobertura previsional. Esto genera que, entre quienes sí tienen acceso a una jubilación, los haberes frecuentemente no sean suficientes para cubrir el costo de vida. A esto se suma una disparidad de ingresos, ya que las mujeres, en promedio, perciben un 27% menos que los hombres, lo que muchas veces les obliga a continuar trabajando.
Trabajo por Opción y Necesidad
Existen dos escenarios distintos en este fenómeno. Por un lado, hay jubilados que eligen permanecer activos como profesionales, docentes y emprendedores, quienes encuentran en el trabajo una fuente de identidad y propósito. Especialistas en psicología destacan que cuando la continuidad laboral es una decisión voluntaria, puede tener efectos positivos sobre la salud física y emocional. En contraste, aquellos que trabajan por necesidad experimentan un aumento en el cansancio y la angustia.
Análisis del Sistema Previsional
El sociólogo Manuel Zunino sostiene que estas tendencias evidencian un sistema previsional en crisis. Según Zunino, “que uno de cada seis jubilados siga trabajando habla de un contrato social roto: después de décadas de esfuerzo, muchas personas no pueden descansar”. Esto sugiere que el sistema actual enfrenta desafíos severos para garantizar un retiro digno a quienes han contribuido a la economía durante su vida laboral.
Desigualdades de Género y Clases Sociales
La continuidad laboral entre los adultos mayores tiende a contrastar según el estrato social. En los sectores populares, muchos trabajan en condiciones precarias y sin la opción de elegir. Mientras tanto, en estratos más altos, la persistencia laboral se realiza bajo un marco de autonomía y libre elección. Las desigualdades de género también son notorias: las mujeres enfrentan jubilaciones más bajas y adicionales cargas de cuidado que complican su situación económica.
Un Sistema en Busca de Sostenibilidad
La estructura actual del sistema previsional, concebida para una expectativa de vida más corta, es incompatible con la realidad presentemente, donde la población vive en promedio hasta los 80 años. Este desequilibrio entre quienes aportan y quienes reciban beneficios repercute en la sostenibilidad de los montos jubilatorios.
La jubilación sin retiro se convierte así en un reflejo de los desafíos de una sociedad que envejece rápidamente, caracterizada por un sistema previsional frágil y persistentemente desigual. El desafío radica en asegurar que trabajar en la vejez sea una opción, no una obligación.
