Cada 3 de junio, Argentina celebra el Día del Sommelier, conmemorando la creación de la Asociación de la Sommellerie Internacional (ASI), establecida en Francia en 1969. Esta fecha tiene como propósito rendir homenaje a los sommeliers, quienes cumplen un rol fundamental como puente entre el vino y el consumidor, facilitando la transmisión de la identidad y el carácter de cada etiqueta.
La profesionalización de la Sommellerie en Argentina
La sommellerie en Argentina comenzó a profesionalizarse en 1999 con la apertura de la Escuela Argentina de Sommeliers. En 2000, se graduaron sus primeros 14 profesionales, lo que marcó el inicio de la consolidación de esta figura como un actor clave en el ecosistema vitivinícola nacional.
El papel del sommelier
“El sommelier es mucho más que un conocedor del vino. Es un verdadero intérprete que transmite el alma de cada botella: el lugar de origen, la visión del productor, la historia detrás del viñedo”, afirma José Hernández Toso, enólogo mendocino y referente en la producción de alta gama. Según Hernández Toso, su rol es esencial para conectar emocional y sensorialmente al consumidor con lo que está bebiendo, especialmente en un mercado global competitivo y exigente.
Reconocimientos y calidad del vino argentino
En este contexto, el vino argentino se encuentra en un momento de consolidación internacional. En su informe anual, el reconocido crítico y Master of Wine Tim Atkin destacó la calidad y diversidad de los vinos locales, situando a Mendoza como uno de los destacados polos mundiales de producción premium.
Entre las etiquetas que recibieron elogios se encuentran las de Huarpe Riglos Family Wines, un proyecto familiar que combina legado, innovación y excelencia. Hernández Toso reflexiona: “Los reconocimientos internacionales validan el esfuerzo de todo un equipo, pero el vino cobra verdadero sentido cuando alguien lo cuenta con pasión. Por eso, en este día, el reconocimiento es para todos los sommeliers que llevan cada botella al mundo con sensibilidad y conocimiento.”