Los recientes despidos de empleados en Builder.ai han generado un fuerte debate sobre las prácticas de la industria tecnológica. Aquellos que se atrevieron a cuestionar la efectividad de un modelo promocionado como revolucionario fueron despedidos de inmediato. Robert Holdheim, un ex directivo de la compañía, ha declarado que esta tecnología "no funcionaba como se promocionaba y era esencialmente una ilusión".
¿Por qué India? El patrón que se repite
La decisión de Builder.ai de utilizar desarrolladores de India para simular automatización no es simplemente un caso aislado. India se ha consolidado como el centro mundial de tercerización tecnológica desde los años 90, gracias a su mano de obra calificada y costos reducidos. Este modelo ha sido aprovechado por miles de empresas occidentales que buscan mantener márgenes de ganancia altos mientras ofrecen “soluciones innovadoras”.
El enfoque de Builder.ai llevó esta práctica a otro nivel: en lugar de reconocer que tercerizaba el desarrollo, la compañía lo ofreció como una auténtica revolución tecnológica. En este sentido, India fue crucial, proporcionando la fuerza laboral necesaria para sostener la ilusión de que su producto, Natasha, contaba con inteligencia artificial real. Los clientes, a su vez, pagaban precios premium por algo que no cumplía con sus expectativas.
La historia de Builder.ai sirve como una advertencia sobre los riesgos de invertir en tecnologías que no han sido validadas rigurosamente, especialmente en un campo tan prometedor pero volátil como el de la inteligencia artificial.