Pablo Quirno, ex JP Morgan y actual canciller argentino designado por Javier Milei, generó revuelo en redes sociales al afirmar que un antepasado suyo, Norberto Quirno, participó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. La intención de Quirno era conectar su legado familiar con un evento fundamental en la historia argentina, pero pronto se revelaron detalles que complicaron esta narrativa.
La relectura del pasado
El entusiasmo inicial de Quirno se desvaneció al revisar el documento del Cabildo que citó como fuente. En este registro, se indica que "Norberto de Quirno y Echandía reproduce el voto del Sr. Manuel José de Reyes." Este detalle sugiere que su antepasado se alineó con una postura conservadora, lo que contradice la imagen heroica que se intentó evocar.
La revelación fue realizada por Fabio Wasserman en un segundo posteo, quien cuestionó la interpretación hecha por el canciller. Wasserman instó a Quirno a investigar más a fondo: “Si vas a presumir, al menos fijate qué votó en el Cabildo abierto,” señalando que el voto de Norberto Quirno fue a favor de mantener la autoridad del virrey Cisneros.
Qué votó el Quirno de mayo
El oidor Manuel José de Reyes, al proponer su postura, argumentó que no existían razones para cuestionar la autoridad del virrey. Su propuesta incluía que, en caso de cambios, Cisneros podría conservar su cargo con el apoyo de otros miembros del Cabildo. Al “reproducir” este voto, Norberto Quirno se opuso a la formación de una Junta, que era clave para iniciar la Revolución de Mayo.
De este modo, el antepasado del canciller tomó una postura favorable a la continuidad del régimen colonial, distanciándose de aquellos que promovían un cambio radical en la estructura de poder.
El acta del 22 de mayo
El acta del Cabildo, que incluye la firma de Norberto Quirno, es una evidencia tangible de la postura conservadora que él defendía. Este documento es crucial para entender la complejidad de los relatos históricos y la intersección entre la memoria personal y la narrativa colectiva.
La situación plantea un desafío sobre cómo los personajes históricos son reivindicados por sus descendientes y la necesidad de una interpretación más cuidadosa de los hechos y sus contextos. La discusión en torno a la figura de Quirno es un recordatorio de la ambivalencia en los relatos de identidad nacional.
















