El panorama electoral en Argentina muestra un dato revelador sobre la juventud: casi el 40% del padrón electoral está compuesto por individuos menores de 26 años. Esta cifra sugiere un grupo potencialmente decisivo en cualquier elección. No obstante, al examinar la participación real de estos jóvenes en los comicios, se revela una tendencia preocupante de baja participación que podría afectar su representación política.
Tendencia a la baja participación
En las PASO de 2023, solo el 41,8% de los jóvenes de 16 y 17 años ejerció su derecho al voto. Esta cifra representa una disminución significativa en comparación con el 45,3% en las elecciones legislativas de 2021, y un 50,9% en la presidencial de 2019. Este descenso sugiere un desequilibrio entre el gran potencial electoral de los jóvenes y su capacidad de influir en los resultados políticos.
Barreras a la participación juvenil
Diversos foros internacionales, como la Youth Strategy de Naciones Unidas y la Agenda 2063 de la Unión Africana, coinciden en que la falta de participación juvenil no se debe a falta de interés, sino a barreras estructurales. Los jóvenes enfrentan partidos políticos poco accesibles y campañas que no comunican en un idioma que les resulte familiar.
El Global Youth Participation Index (GYPI, 2024) destaca que la exclusión de la juventud en la política es un “fallo de diseño institucional”. En 28 países, no hay representación juvenil en las cámaras bajas de sus parlamentos, lo que evidencia un patrón mundial de exclusión.
Ejemplos de movilización juvenil
Sin embargo, iniciativas que ofrecen espacios atractivos y pedagógicos muestran que la juventud está dispuesta a participar cuando se presentan las condiciones adecuadas. Por ejemplo, el Modelo ONU La Plata 2025 reunió a más de 2.000 estudiantes de alrededor de 110 colegios, una cifra superior a los 1.500 estudiantes que participaron en la edición de 2023.
Este crecimiento en la participación juvenil resalta la necesidad de campañas pedagógicas sostenidas y la creación de espacios reales de representación en los partidos. También es fundamental un debate público que no enmarque a los jóvenes como un “problema”, sino como la clave para un futuro democrático.