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CINE ARGENTINO
Darín, Francella, San Martín y muchas películas que no vio nadie
En los siete primeros meses del año sólo Un cuento chino, Los Marziano y Revolución: el cruce de los Andes fueron éxitos de público. Hubo filmes que fueron vistos por menos de cincuenta personas.
Hace poco más de un año, cuando Pedro Almodóvar y Quentin Tarantino le entregaron el Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera a Juan José Campanella por El secreto de sus ojos –que había batido récords de público en nuestro país–, se insinuó que había una recuperación del cine argentino. Diecisiete meses más tarde, resulta difícil sostener algo semejante. Por lo menos, claro, en cuanto a convocatoria de público.
Los (pocos) ganadores. De acuerdo a un estudio de la consultora Rentrak contratado especialmente por PERFIL, en lo que va de 2011 el cine argentino convocó a 1.834.111 espectadores que acudieron a las salas y pagaron su entrada para ver alguno de los 45 filmes nacionales que se estrenaron hasta el jueves 21 de julio. Eso sí: 900.932 de esos espectadores –es decir, casi la mitad del total– fueron a ver Un cuento chino, la película de Sebastián Borensztein protagonizada por Ricardo Darín que se estrenó el 3 de febrero en 72 salas y se mantuvo 18 semanas en cartel. Al mismo tiempo que puede afirmarse que Un cuento... fue un exitazo que recaudó 18 millones de pesos, debe tomarse en cuenta la contracara: el 50% del público restante debe dividirse entre los otros 44 estrenos nacionales de 2011.
Puede sostenerse que un éxito cinematográfico, en lo que a convocatoria de público se refiere, arranca en los 200 mil espectadores. En ese sentido, tanto la producción estatal Revolución: el cruce de los Andes como la coproducción de Telefe Los Marziano fueron un éxito. La épica con Rodrigo de la Serna en la piel del general San Martín convocó a 274.532 espectadores; un poco menos del 30% que la de Borensztein. La comedia protagonizada por Guillermo Francella y Arturo Puig quedó tercera, con 207.458 espectadores.
Si se suman los tres filmes, reúne a 1.382.922 espectadores. Es decir, el 75% del total concentrado en tres películas.
De acuerdo a esto pueden afirmarse dos cuestiones. La primera es que, salvo que consigan extraordinarias ventas al exterior, el resto de los filmes difícilmente recuperen el monto invertido. La segunda es que, salvo el caso de las tres películas citadas, el cine nacional parece importarle bastante poco al espectador argentino.
Los (muchos) perdedores. Tal como muestra el estudio de Rentrak, de las 45 películas argentinas estrenadas, treinta no alcanzaron a convocar a 10 mil espectadores. De esas treinta, 29 no llegaron a convocar a 5 cinco personas. Incluso 16 de los estrenos nacionales de 2011 –es decir, el 33%– no pudieron siquiera alcanzar las mil localidades vendidas. El film Los labios, de Santiago Loza e Iván Fund, en su única semana de exhibición fue visto por 25 personas y recaudó 125 pesos. Amateur, el documental de Néstor Frenkel, llegó a estar dos semanas en cartel para que lo vieran 31 personas.
Más llamativo es el caso de Secuestro y muerte, el filme de Rafael Filipelli con guión de su mujer, Beatriz Sarlo, sobre la ejecución del general Aramburu a manos de Montoneros –es decir, figuras de prestigio con un tema controvertido–: convocó a 136 personas y recaudó $ 1.700 pesos –siempre, claro, según Rentrak. El listado podría continuar, pero los filmes fueron tan ignorados que el lector ni siquiera se enteró de su existencia.
El “quid” de la cuestión. Los habitantes del mundillo cinematográfico local suelen culpar a las salas por sus fracasos a la hora de convocar audiencias. Tanto es así que en la última semana desde el Incaa se hizo saber que se estudia un proyecto de imponer un canon cuando una distribuidora lance más de una cantidad determinada de copias de un filme y “sature” las salas, relegando a otras de menor convocatoria.
Cuando se analizan los datos proporcionados por Rentrak, se descubre que una de las llaves para entrar con comodidad en las salas cinematográficas son las distribuidoras que se ocupan de comercializar las copias de los filmes. La Disney y su aparato consiguieron que Un cuento chino se estrenara en 72 salas, la Fox con Los Marziano logró ubicarla en 63 salas, Distribution Company “metió” a Revolución: el cruce de los Andes en 58 salas. Sin embargo, esas tres poderosas distribuidoras se hicieron cargo sólo del 13% de los 45 filmes argentinos del período. Al otro 87% le cuesta más ingresar en los complejos. Veinticinco de las películas argentinas de 2011 fueron distribuidas con la categoría “independiente” –es decir, “a pulmón”–, y en la gran mayoría de los casos se estrenaron sólo en una sala y duraron sólo una semana en cartel.
De todas formas, el peso de la distribuidora debería al menos relativizarse, ya que no garantiza un suceso de público. La Disney hizo un golazo con Un cuento chino, pero también se hizo cargo de El gato desa-parece, la película de terror –nos referimos al género, no a la calidad– de Carlos Sorín con Luis Luque, que se estrenó en 37 salas y llevó en sus nueve semanas en cartel a 45.429 espectadores; lo cual comparativamente no está tan mal, pero dista mucho de ser un éxito.
Figurita mía. Los actores de cine suelen reconocer, en off, que lo que explica el éxito de Un cuento chino tiene nombre y apellido: Ricardo Darín. En mayor o menor grado, todas las películas protagonizadas por Darín han sido un éxito –a excepción de El baile de la Victoria, que pasó sin pena ni gloria–. Tanto es así que, en tono de chascarrillo, un actor que prefirió resguardar su nombre dijo: “Habría que mencionar a Darín en los agradecimientos, para ver si así convocamos público”. Lo cierto es que la presencia de figuras estelares en una película no es garantía de éxito. Cruzadas, la comedia de Diego Rafecas con Nacha Guevara, Moria Casán y Enrique Pinti, fue vista por apenas 14.064 espectadores. La pregunta, entonces, es si la única figura convocante del cine nacional es Ricardo Darín.
El secreto de mi fracaso. Desde Rentrak, que realizó la medición para PERFIL, se aclara que los números pueden tener alguna variación por lo que hayan exhibido en las últimas semanas en los espacios del INCAA, ya que, según Rentrak, “no entregan los datos en tiempo y forma”. Lo cierto es que, número más, número menos, el 33% de la producción cinematográfica de los primeros siete meses de este 2011 fueron un fiasco mayúsculo en cuanto al público. Muchos de estos filmes, claro, tuvieron subsidios del Incaa para que se realicen, se estrenen a razón de 1,6 por semana en promedio y (casi) nadie los vea.